La distancia se acorta entre los aromas que has olvidado entre tus prendas, las fresias y tus jazmines, tu cepillo de pelos y hasta en tus tímidos cantos bajo la ducha. Todo parece oler a ti.
“¡Ahí va el loco!”, escucho decir por las calles, esas que solieron ser las nuestras, quizás la locura fue haber amado sin procurar practicar el olvido. Tal vez tengan razón, pero que locura sería esta! ¿Tratar de olvidarte?
Bailemos tu canción favorita, aquella que traías contigo desde un descolorido cassette, Esta vez no habrá torpes pisotones, seguiré prolijo cada paso, al ritmo de tu corazón, ese que aún escucho bien pegadito a mi oído.
Me aferro a sus melodías, celebro pueda sonar por siempre en nuestro hogar, y que bello se oye, recorre cada rincón y se pierde entre tus cosas, ¡claro que aún las conservo!, gracias a dios que lo material queda en este mundo, porque en este mundo aún estás conmigo.
Vi tus ojos llorar, los vi secar y vuelto a mojar, nadie pudo conocerte como yo, hija mía.
Ansío algún remoto día comprender el porque de tu despedida, como ansío tu abrazo entre esas populares nubes que miro noche a noche, día a día.